8 jun 2012

ANÁLISIS PRAGMÁTICO DE UN FRAGMENTO DEL LIBRO DESEOS DE MARINA MAYORAL: CONSUELO Y HÉCTOR


Adrià Torrens Urrutia
07/06/2012
Filología hispánica
Pragmática

ANÁLISIS PRAGMÁTICO DE UN FRAGMENTO DEL LIBRO DESEOS DE MARINA MAYORAL: CONSUELO Y HÉCTOR

El fragmento del libro de Deseos de Marina Mayoral que he seleccionado para aplicar un análisis pragmático ha sido “Consuelo y Héctor”, páginas: 177-187.
Este fragmento comprende un diálogo desde la primera línea hasta el final. Por tanto, en este análisis pragmático se van a reproducir todas aquellas teorías que, por tratarse de un diálogo, están sumamente relacionadas con el análisis de la conversación
Son varios los aspectos pragmáticos que se configuran alrededor del uso de la conversación como:
·         Los elementos que regulan la comunicación: emisor, receptor, canal…
·         La deixis: son los usos no marcados de las codificaciones gramaticales de los parámetros temporales, espaciales… Se organizan alrededor de la asunción de participantes copresentes en una conversación
·         Las implicaturas: están estrechamente relacionadas con las máximas de Grice, si se manifiestan cuando se violan las máximas se produce una asunción contraria a las indicaciones superficiales. Se asumen asunciones específicas acerca del contexto conversacional.
·         Actos de habla: Se basan en las ideas de Austin y Searle. Representan los fenómenos centrales en las teorías pragmáticas. Se construyen muchos tipos de actos de bajo la conversación.

De hecho, casi todos los conceptos pragmáticos pueden aplicarse en el análisis de la conversación. Por lo tanto, se comprende la conversación como tipo central o más básico del uso del lenguaje.
El objetivo consiste en exponer los procedimientos que utilizan los hablantes durante una conversación, dar cuenta de cómo se producen y se entienden.
Una conversación podría resultar un caos, sin embargo resulta un proceso ordenado y coherente.  Por ello, en primer lugar se señalará: ¿cómo se articula la conversación?; ¿quién, cómo, y dónde se construye?
Cómo:
En primer lugar, el texto comprende un diálogo de principio a fin. Solo un diálogo (canal oral) puede comprender el análisis conversacional. Diálogo se define como: sucesión de intervenciones o TURNOS, se contrapone así al discurso, MONOLOGAL.  Hay que hacer referencia a otra característica que contrasta claramente con el discurso, esta es la naturaleza, objetivo y medios de análisis entre ambos.
El análisis del discurso emplea una determinada metodología para sacar principios teóricos de la lingüística. En cambio, el análisis de la conversación mantiene un enfoque empírico (no teórico) y evita elaborar teorías prematuras. Por lo tanto, consiste en un consiste en un método empírico-inductivo, es decir, a partir de buscar las pautas recurrentes presentadas en registros de conversaciones espontáneas, quiere extraer, a partir de determinadas observaciones, el principio general que en ellas está implícito. Se puede resumir entonces que: el análisis del discurso es teórico e intenta llegar a conocer las cosas a través de consideraciones especulativas; mientras que el análisis de la conversación, al considerar una base empírica , pretende alcanzar el conocimiento lingüístico a través de la propia experiencia vivida, real.
A parte del diálogo, se consideran tres características descriptivas adicionales para que la conversación pueda realizarse:
·         Inmediato: pues sucede en el presente de los personajes  –del momento, aquí y ahora–.
·         Dinámico: intercambio de papeles entre los interlocutores. No sucede en una conferencia.
·         Cooperativo: existe una voluntad de intervención por parte de los actuantes (distinto al monólogo). 
Hay que apuntar a que estas características se dan a causa de la finalidad misma del diálogo, esta es la INTENCIÓN comunicativa. El diálogo comprende los elementos presentados, pero el motivo que lo engendra es la intención del hablante. No siempre tiene porque ser informativa (querer decir algo). Se puede hablar solo para pasar el tiempo, pero aunque sea así, siempre hay una INTENCIÓN comunicativa.
Cabe destacar que se diferencia de la intención del hablante con la intención en pragmática. Esta se refiere al principio regulador de porque se ha escogido una forma y no otra. Aun así, ambas encajan con el concepto de finalidad.
Dónde:
Es imprescindible establecer un lugar espacio-temporal: el Contexto. En este caso, transcurre en la delantera de un vehículo (ambulancia)[1] durante un trayecto. La situación física entre los hablantes es muy próxima, lugar estrecho, crea cercanía física entre los interlocutores. No resultan incómodos, puesto que son viejos amigos de la infancia. Esta situación ayuda a revelar parte de la información pragmática, puesto que resulta una situación propicia para expresar sentimientos y opiniones entre los dos interlocutores. El texto muestra una conversación íntima y de alto contenido emocional y confidencial.
El contexto también revela el tipo de relación social que hay entre los hablantes, y esto queda plasmado en el texto. Por ejemplo, Héctor apocopa el nombre de la hablante llamándola Consu[2]. Esto refuerza el alto grado de intimidad y confianza. Su relación social facilita un diálogo privado con posibilidad de alto tono emocional y respeto.
                Como ya se ha mencionado anteriormente, los dos personajes que llevaran a cabo el rol de emisor y destinatario serán Consuelo y Héctor. Sea cual sea el mecanismo responsable durante el habla oral, el sistema de dirección local  propuesto por Sacks, Schegloff y Jefferson (1974, 1978) encaja muy bien con la manera en la cual los personajes gobiernan su turno y mantienen su diálogo. Estos alternan la función de emisor y destinatario según el componente estructurador de turnos. Por lo tanto, la conversación se configura a través del lugar pertinente de transición (punto en el que los hablantes se intercambian su función, fin del turno de habla).
Los fenómenos que ayudan a reconocer el lugar adecuado de transición son:
1.       Completitud de construcción gramatical. Cada turno comprende una construcción completa. Podría parecer discutible dado que en algunos puntos las oraciones parecen ser incompletas y se terminan mediante el uso de los tres puntos, como por ejemplo en la página 179: Y en vuestra casa… En realidad, esta construcción no pretende transmitir una función en sí, sino que está ofreciendo el turno al otro interlocutor. Por lo tanto, no se queda la frase a medias porque no pretende ser una construcción gramatical completa, la intencionalidad de esa construcción es ofrecer el turno.
2.       Tonema descendente. Ejemplo: 177: es posible que…, finaliza el turno y la autora se sirve de los tres puntos para indicar la descendencia tonal.
3.       Alargamiento de ciertas sílabas. El mismo ejemplo de la página 177 que se ha comentado en el punto dos resulta también revelador para esta característica. Es fácil imaginar cómo se alarga la “e” de ese es posible que…
4.       Finales redundantes. No se presenta ningún final redundante.
5.       Marcadores de control de contacto. El control de contacto básico sería la mirada. Es sencillo imaginar como en un coche cuando una persona habla con otra de repente va girando la cabeza hacia el lado para mantener el contacto visual de la conversación. Así mismo, aparece un ejemplo en la página 180 (este fenómeno estaría relacionado con la comunicación ostensiva): Consuelo sonríe y mira a Héctor, que le devuelve la mirada y sonrisa. También aparece algún marcador de control de contacto. Sería el caso de la página 178 cuando Héctor empieza a hablar: Supongo que sigue igual, ¿verdad? Yo por mí iría a verlo […]. Ese verdad usado por Héctor busca el seguimiento y la implicación de su compañera de conversación, no pretende ser solo una pregunta retórica.
6.       Dirección de la mirada. En la página 180: primero no mira y habla, luego se miran. La autora es consciente de la importancia del significado de las miradas en una conversación. Por eso, cuando se efectúa un momento en el que se representa una rotura con lo que sucedía hasta el momento, la autora lo señala.
Anteriormente, ya se mencionó el turno como unidad fundamental para construir conversación. Se puede hacer referencia a él como hueco conversacional, unidad no lingüística, sino constructiva. Todas las reglas que regulan el LPT quedan representadas en el texto de Marina Mayoral.




Regla 1:
1.1.  A escoge a B en su turno para que este hable. A deja de hablar y a continuación procede B. Por lo tanto, los turnos se intercambian tras el primer final de turno de habla: LPT, tras la selección. Ej. pág. 177:
−¿Tú has podido desayunar? Puedo acompañarte está ahí mismo, al volver la esquina.
−No, gracias. He tomado un vaso de leche de la máquina y una enfermera me ha dado unas galletas.
1.2.  - A no selecciona a B, entonces uno de los dos se autoselecciona y adquiere el derecho de asignar el turno siguiente. Ej. pág. 178:
−Hace más de un año Héctor.
-¡Más de un año! Me parece increíble, el tiempo se pasa sin sentir, no es un tópico.
−Sobre todo cuando se es feliz.
−Me haces sentirme culpable, Consu. Eres la única que ha estado a la altura de las circunstancias.
1.3.  -A no selecciona a B, tras el LPT, y no se autoseleccionan, es decir: no se sigue la regla anterior, A puede continuar: por lo tanto A (aunque no es necesario) puede continuar tal y como sucede en el siguiente ejemplo: pág. 179:
                −Odia a los que estamos sanos, a los que podemos movernos a nuestro antojo.
−¿Odia? Consuelo hace un gesto de resignación. [No responde nadie y ella se autoselecciona].
−Soy su mujer y su médico. Dos razones para callarme, pero la verdad es que odia a todos los que se le acercan. Y ese odio es lo que lo ha enloquecido.
Regla 2:
Esta sucede como consecuencia de la aplicación de la 1.3. Indica que en el siguiente LPT debe aplicarse la 1.1.-1.3. y, recursivamente, en el siguiente LPT, hasta que se efectúa un cambio de hablante. Y así sucede. Ej. 183.  Mediante autoselección:
                −Ya deberías estar acostumbrado a oírlas.
−¿Acostumbrado? [Silencio, el hablante se autoselecciona] Te puedo enumerar el resto de los adjetivos que me aplicaba mi ex.
Pág. 180. Mediante 1.1:
                −Sí, dicen. A mí también me pasa.
Durante un rato largo se quedan callados, mirando hacia delante. Es Consuelo la que rompe el silencio.
                −¿Ves mucho a tus hijas?
Con estos ejemplos, se puede afirmar que el texto contiene los dos componentes de asignación de turno: aquellas situaciones en que el turno es asignado por el hablante actual y, por lo tanto, selecciona al siguiente, y aquellas en las que el siguiente turno será asignado por autoselección.
La autora también usa los pares de adyacencia en su texto. Estos son enunciados pareados, fórmulas acción-respuesta, rituales. Son típicos de las conversaciones de dos. No seleccionan al hablante sino a la acción. Ej. 189.
−Hasta pronto, Consu.
                −Hasta la vista, Héctor.
Las características que presentan los pares de adyacencia quedan reflejadas en el ejemplo presentado:
·         Son adyacentes (situados en la inmediación o proximidad de algo).
·         Son producidos por hablantes diferentes.
·         Organizados en dos partes: la primera parte determina una segunda.
Aún así, la adyacencia fue cuestionada por Levinson. Precisó que, a veces, entre  pregunta-respuesta puede haber varios anunciados. SECUENCIAS DE INSERCIÓN. Por ello, matizó que era mejor hablar de pertinencia condicional, puesto que es esperable tras una primera parte una segunda. También mencionó otro problema que surge a partir del concepto de par de adyacencia, y es que se refiere a que la segunda parte es potencial de la primera, y, a veces no se corresponden de este modo, la respuesta puede resultar una palabra de otra categoría, incluso una estructura gramatical entera podría sustituir un par de adyacencia. Por eso, añadió el concepto de organización de preferencia. El texto delata los matices que Levinson añadió a los pares de adyacencia, pág. 177:
−¿Quieres que pasemos por la cafetería? [A lo que se esperaría un simple sí o no el interlocutor responde].
                −He tenido tiempo para intimar con otros conductores de ambulancias, me han ayudado a aparcar y me han recomendado un bar para tomar café y bollos. No sé si sería el hambre, pero los he encontrado riquísimos, dicen que los traen de un horno cercano. [La respuesta llega al final, después de la inserción, de modo implícito].
Para finalizar, se reseñan algunos elementos ya expuestos y otros nuevos también tiñen al pasaje de características que la pragmática atribuye a una conversación:
1.        Cambio de hablante
2.        Una parte habla en cada momento
3.        Transiciones sin lapsos ni solapamientos
4.        Orden de turnos variado
5.        Tamaño de turnos: Ni fijado ni regular. Depende de factores psicológicos e intención de los interlocutores.
6.        Duración: espontánea: termina cuando uno de los dos decide abandonar la conversación según el impulso de este o su voluntad.
7.        Técnicas de asignación de turno: Sistema de dirección local: Sacks, Schegloff, Jefferson.
8.        Variedades estructuradoras: pares de adyacencia.
Este compendio textual fue el que se usó para la exposición y dio una conclusión en concreto: el texto está organizado mediante una voluntad de ordenación y bajo la literaturización.  Por lo tanto, no es una fuente empírica y por ello no es lo suficientemente válida para realizar un análisis de la conversación. Sin embargo, la literatura puede servirse de las teorías pragmáticas y del análisis de la conversación para poder reproducir diálogos más cercanos a la realidad y ofrecer más juego que un simple diálogo alternado.
Tras esta parte, el trabajo continúa y, al haber tratado el análisis de la conversación, se centrará en el estudio de los elementos más directamente relacionados con este: deixis, implicaturas, y actos de habla.
La deixis resulta la prueba más obvia de la relación entre el lenguaje y el contexto, puesto que los elementos deícticos resultarían incomprensibles sin su referente. Por tanto, se asume desde un principio que para comprender un deíctico es necesario hallar su centro deíctico, sino solo se entenderá el enunciado de un modo parcial.
El texto de Marina Mayoral presenta deixis de persona, lugar, tiempo, y discurso, solo se excluye la deixis social.
Las deixis de persona de más presencia en el texto son las de tercera persona. Los dos interlocutores hacen experiencias a situaciones vividas, tanto presentes, como pasadas e hipotéticas. En estas situaciones, se hacen referencia a terceras personas. Por eso, usan deícticos como en la página 177: − (Ella) Está ya en el quirófano y casi seguro que se salvará. Este caso en particular no presenta ningún centro deíctico, no hay ninguna referencia sobre quién se está hablando, aunque los dos hablantes comprenden perfectamente de quién se trata. Se refieren a una chica que ha sido agredida violentamente y tras la intervención de ambos interlocutores han conseguido salvar su vida. Este referente se comprende si se ha leído el capítulo que precede a la conversación.
Otro ejemplo de deixis en tercera persona, sería el ejemplo de la página 178: tuve la impresión de que aquí lo molestaba. El pronombre lo, por concordancia del predicado con el sujeto elidido yo (deixis de primera persona, hace referencia al hablante mismo),  revela de inmediato una relación del hablante, en este caso Héctor, y se refiere a una tercera persona en concreto que por el contexto no será deducible hasta que la conversación avanza y se revela. Una vez más, para ambos interlocutores no es problema resolver a quién se refieren estos deícticos, será por la implicación previa a la pregunta: (pág. 178) Supongo que sigue igual, ¿verdad? Yo por mí iría a verlo, como en los primeros tiempos en el hospital. El hablante da los suficientes datos referenciales para que el receptor comprenda de quien se trata. Si no lo supiera el receptor asaltaría tal vez con la siguiente pregunta: ¿De quién me estás hablando? Queda claro que el pronombre en tercera persona excluye al hablante y al destinatario del centro deíctico, pero debería considerarse que  la exclusión no es radical, puesto que en el último ejemplo sí que se mantiene una relación entre el deíctico y el sujeto. El deíctico necesita al sujeto para tener sentido, ambos quedan relacionados, y, por lo tanto, la exclusión no es total.
Aparecen deícticos de segunda persona, como es el caso de (pág. 179) También lo hacía cuando tú ibas a verlo. El marca la inclusión del destinatario, señala así el centro deíctico hacia él.
Algunas deixis de lugar quedan representadas en el texto, en concreto las descriptivas, no aparece ninguna de situacional. Como ejemplo, en la página 177: está ahí mismo. El hablante toma como centro deíctico su posición y desde su punto marca la proximidad hasta el establecimiento en concreto, un bar.
También nos encontramos con algunas deixis de tiempo adverbiales. Ej. Pág. 179: Ahora está mejor porque tiene un tratamiento psiquiátrico, pág. 183: Después me casé y cuando las cosas empezaron a ir mal tuve alguna aventura. La primera es perfectamente entendible, ya que se trata de un presente general, no hace referencia en el momento exacto de habla, sino a una generalidad habitual en relación con el tiempo de recepción. Es decir,  puede ser que en ese momento de la persona que estén hablando no esté bien, pero el interlocutor, al no tener constancia de eso, sentencia una regularidad presente a través de su conocimiento. En cuanto a la segunda deixis, el contexto mismo pone en situación al después. Con anterioridad, se señala En la época de estudiante estaba siempre deprimido, lleno de dudas religiosas y problemas existenciales. No me comía una rosca. Es decir, el después marca posterioridad al momento temporal presentado.
No se presentan deixis de discurso, pero sí anáforas. Como ejemplo pág. 178: Tenía la impresión de que se enfurecía al verme. Quizá era su estado natural, pero mi impresión era otra, por eso dejé de ir. El eso va directamente relacionado con el enunciado producido con anterioridad: tenía la impresión de que se enfurecía al verme.  Se considera anáfora porque recupera el significado, se refiere a la expresión lingüística anterior.
Como conclusión sobre los deícticos, cabe señalar que no presentan confusiones puesto que en la conversación solo participan dos personas. Sería en un diálogo en el que los interlocutores fuesen tres o más  cuando empezaríamos a tener más problemas. La mayoría de centros deícticos presentados giran en torno a los dos interlocutores: Consuelo y Héctor. Cuando hablan de terceras personas estas quedan sin centro deíctico. Tal vez, el contexto presentado (estar hablando en un vehículo mientras una de las dos personas conduce) impide que haya un uso gestual. Así mismo, la conversación deriva mucho en recuerdos y situaciones hipotéticas, mientras que los deícticos cobran su protagonismo en situaciones propiamente físicas, en las que participan las coordenadas contextuales.
Para hablar sobre las implicaturas, en primer lugar, es necesario poner de relieve las máximas de Grice las cuales regulan el principio cooperativo de la conversación. Se distinguen: cantidad, calidad, pertinencia y manera. Las máximas no deben considerarse normas estrictas, sino más bien como principios descriptivos. Los hablantes no están todo el rato pendiente de mantener las máximas. Por ello, a veces se dejan de cumplir, algunos motivos pueden ser: la violación encubierta (engaño), supresión abierta (hay una negación clara hacia la colaboración conversacional), conflicto o colisión, e incumplimiento o violación abierta (burla). A veces, cuando se violan las máximas, las inferencias surgen para preservan la asunción de cooperación, es entonces cuando se habla de implicatura conversacional.  En estas implicaturas conversacionales, se distinguen tres clases: las estándar, las que evitan de conflicto o colisión, y las de burla. En el texto de Marina Mayorial solo aparecen algunas de estas implicaturas conversacionales. Asimismo hay que señalar que se subdividen en dos grupos: generalizadas (no dependen del contexto de emisión) y particularizadas (dependen del contexto de emisión).
Implicaturas estándar:
Calidad: pág. 185:
−Viene por aquí en verano, ¿no? Yo no la he visto nunca.
−No venía, hasta que me planté. Ahora vienen quince días en agosto y una semana en Navidad, desde hace dos años.
Se implica el interlocutor cree que vienen quince días en agosto y una semana en Navidad puesto que tiene la suficiente evidencia de ello, pero podría ser mentira, entonces entraríamos en la paradoja de Moore. Entonces, hay implicatura pero aparentemente no hay violación. La implicatura sería particularizada. Depende del contexto formulado.
                Pertinencia: pág. 186:
                               −¿No te enteraste del follón que organicé?
                               −Yo me entero de pocas cosas, ya me conoces.
Se asume que el segundo enunciado es pertinente. Aunque no de una respuesta clara, el hecho de que B de esa información a A le facilita la asunción de que si dice que se entera de pocas cosas será porque no se enteró del follón que organizó, de lo contrario hubiese respondido afirmativamente a la pregunta. El pocas implica menor cantidad, por lo tanto menos posibilidad, es el elemento que da a entender la negación. No se considera implicatura burla de pertinencia puesto que guarda relación con el enunciado de A. Aunque parezca completamente distinto no es así. Conserva el verbo de relación enterar, por lo tanto es pertinente y ello muestra colaboración. La implicatura es generalizada, independientemente del contexto, la implicación siempre será la misma cuando se reproduzca ese enunciado.
No aparece ninguna implicatura que deba inferirse que se viola una máxima para evitar conflicto con otra, y de burla de máximas solo se ha hallado una de calidad: pág. 183:
−¿Sabes lo que Arancha me decía cuando yo andaba llorando por los rincones porque Juanma no me hacía maldito caso? «Puesta a enamorarte de un guaperas, podías haberte enamorado de Héctor Monterroso»[…].
−No me digas esas cosas, que me pongo nervioso y nos salimos de la carretera.
−Ya deberías estar acostumbrado a oírlas.
−¿Acostumbrado? […] En la época de estudiante estaba siempre deprimido, lleno de dudas religiosas y problemas existenciales. No me comía una rosca.
Por el contexto, no me comía una rosca expresa una falsedad, no se refiere a que no comiera roscas de repostería o de pan, se refiere a la metáfora que se asume como que no ligaba.  Burla la máxima de pertinencia porque el enunciado no tiene nada que ver con lo que implica, sin embargo, mantiene la cooperación. La implicatura es generalizada, independientemente del contexto, la implicación siempre será la misma cuando se reproduzca ese enunciado.
Por otro lado, la falta significativa de violación de máximas tal vez sea el resultado de la voluntad de la autora de crear un diálogo correcto. Ambos interlocutores pertenecen trabajos de prestigio social y que requieren una buena educación: médico (Consuelo) y arquitecto (Héctor). Tal vez, la autora considere que su educación y su confianza y respeto, puesto la relación social que ambos comparten, les hace mantener un diálogo respetuoso y pertinente. Por lo tanto, en este caso, la ausencia representativa de la no violación de máximas nos indicaría que ambos tienen el deseo y/o la necesidad de establecer una conversación pertinente y cordial, puesto que la ruptura de las máximas puede producir el enfado o la discordia entre los interlocutores, o, manifestar un carácter no carismático por parte de alguno de los hablantes.
La teoría de los actos de habla de Searle será la última que se aplicará a este análisis pragmático del fragmento de Marina Mayoral. Esta teoría se basa en el hecho de que se asumen tres tipos de niveles básicos al realizar un enunciado: el acto locutivo (atañe a lo que se dice), el acto ilocutivo (atañe a la intención de lo que se quiere conseguir mediante el enunciado), y el acto perlocutivo (hace referencia a los efectos que produce el enunciado en el receptor).  Se diferencia también el acto directo (coinciden el locutivo y el ilocutivo, se expresa directamente la intención) y el acto indirecto (locutivo e ilocutivo no coinciden, por lo tanto, la finalidad es distinta al enunciado expresado). La teoría de los actos de habla se correspondería a la idea filosófica de Cómo hacer cosas con palabras (John L. Austin 1962).
 A continuación, se muestran ejemplos extraídos del texto de Deseos que ejemplificarán cada uno de los actos de habla propuestos por Searle.
Actos de habla representativos o asertivos. Estos son uno de los 2 que más aparecen durante todo el capítulo. Seguramente, por el hecho de que son dos amigos que como hace mucho que no se ven continuamente se están preguntando cosas sobre su vida personal, y la vida de sus amigos de juventud, están “poniendo al día su amistad”. Por ello, ambos se hacen preguntas y deben responder con una voluntad sincera. Ej. Pág. 180:
−¡Sí! ¿Qué es de su vida?
−Se ha casado, tiene dos niños, le va bien el trabajo. Le va bien la vida.              
Actos de habla expresivos. Estos conformarían el segundo acto de habla que más se reproduce durante todo el capítulo. Como bien ya se comentó desde el principio, el contexto más la relación social de ambos, favorece una conversación íntima con posibilidad a confesiones y expresiones íntimas, y emocionales. También se preocupan por mostrar agradecimiento. El interlocutor más expresivo de ambos es Héctor. Por tanto, delata una necesidad expresiva, de confesión. 
−Estas cosas me hacen sentirme avergonzado de ser hombre. Y me alegra haber podido ayudar en algo. (Héctor).
-Me haces sentirme culpable, Consu. Eres la única que ha estado a la altura de las circunstancias. (Héctor).
−No, gracias. He tomado un vaso de leche de la máquina y una enfermera me  ha dado galletas. (Consuelo).
Actos de habla directivos. El acto que intenta ilocutivamente que el hablante actúe de manera que su conducta concuerde con el contenido proposicional del acto de habla solo aparece tres veces, concretamente, hacia al final del capítulo. Resulta completamente minoritario en el texto. Ej. Pág. 178:
−Deja aquí la ambulancia. Miguel o el chófer se encargarán de llevarla al garaje.
−Voy a llamarte yo, pero si no lo hago, llámame tú. […]
−[…]Procura llamarme tú, al menos la primera vez.
Los actos de habla compromisivos y declarativos no aparecen en todo el fragmento. El acto declarativo es muy específico y por lo tanto no es extraño. Sin embargo, el compromisivo, al ser amigos podría pensarse que se hacen alguna promesa, pero no sucede así.
Searle establece, a parte de los actos de habla, un conjunto de condiciones necesarias para que se realicen. Distingue cuatro tipos de condiciones que gobiernan la adecuación de los enunciados:
Las condiciones de contenido proposicional: se referiría a las características mismas de la proposición para poder realizar el acto de habla. En los actos directivos, se considera el elemento de la proposición que hace posible el acto verbos de dirección (el imperativo): deja, llámame. En los actos expresivos, el uso del verbo sentir es el que los marca en este caso: me haces sentirme, así como el uso de gracias para expresar gratitud. En cuanto a las proposiciones que hacen posible el acto asertivo, serían aquellas que expresan afirmación. En el ejemplo presentado, el acto viene condicionado por una pregunta directa, la cual expresa que el hablante desea obtener una respuesta concreta.
Las condiciones preparatorias: son aquellas que deben darse para que tenga sentido realizar el acto ilocutivo. Tales condiciones también se cumplen en todos los casos. En los asertivos puesto que los dos interlocutores creen siempre responder con la verdad,  y en los directivos porque las órdenes que se dan se brindan con el conocimiento de que la otra persona las puede realizar y con la justa autoridad que a cada uno de los interlocutores le corresponde sobre el otro.
Las condiciones de sinceridad: se centra en el estado psicológico del hablante. Es condición necesaria para que el hablante exprese lo que siente al realizar el acto ilocutivo.  Está ligado con el acto expresivo, y así se da. Ambos interlocutores se muestran sinceros al expresar sus emociones, su estado psicológico coincide con lo que sus actos expresivos enuncian.
Las condiciones esenciales: son las que caracterizan tipológicamente el acto realizado, es decir, la emisión de cierto contenido proposicional en las condiciones adecuadas cuenta como la realización del acto que se ha pretendido llevar a cabo. Parece ser que todos los actos de habla consiguen su fin en este fragmento de Deseos.
Para finalizar el análisis del texto en relación con los actos de habla, cabe decir que no se ha detectado ningún acto de habla indirecto.
Como conclusión, los actos de habla nos muestran varias características que nos ayudan a comprender una nueva dimensión de la conversación. En primer lugar, que el personaje que más necesita expresar sus emociones, y, por lo tanto, es con seguridad, el más emocional, es Héctor. Aunque Consuelo también realiza confesiones pero en menor grado. La abundancia de actos de habla asertivos nos revela también que el otro punto de peso es el traspaso de información, la conversación gira alrededor de explicarse sucesos de sus vidas, e información sobre el conocimiento de cómo viven sus antiguos amigos actualmente. Por lo tanto, se confirman las sospechas que la conversación fue inducida a través del contexto y la relación social, resulta una conversación privada, íntima y con alto nivel de confidencia y probabilidad para la confesión y apertura emocional. El hecho de que aparezca el acto directivo al final, además haciendo hincapié a que se llamen, refuerza la visión de una conversación que ha resultado agradable, incluso necesaria para ambos. También hay que considerar que si se han dado todas las condiciones que Searle propone para que se realicen los actos de habla se traduce a una sensación de satisfacción por parte de los interlocutores, pues ambos consiguen lo que quieren del otro.



[1] P. 177: Consuelo sube a la parte delantera de la ambulancia
[2] P.177. Aparece en muchísimos finales de oración.  Demuestra un esfuerzo por parte de Héctor para mantener la proximidad.